DISCURSO INAUGURAL | JORGE CEBREIROS ARCE | PRESIDENTE DE LA CEP
Muy buenos días.
En nombre de la Confederación de Empresarios de Pontevedra y en el mío propio, es un privilegio poder dar la bienvenida en este primer encuentro de organizaciones y entidades empresariales de Galicia. Empiezo por felicitar a organizadores (Libredón y CEG) y patrocinadoresBAnco de Santander y Xunta de Galicia).
Es impresionante todo el talento reunido hoy aquí para hablar de Sinergias y de Empresa. Es una oportunidad magnífica para que, entre todos, hablemos de lo que necesita Pontevedra, Galicia y España para que nuestros sectores productivos reafirmen su competitividad y su potencial.
Hoy podremos sustraernos a nuestro día a día, para hacer el más que saludable, imprescindible ejercicio de detenernos para reflexionar. Para expresar, contrastar y compartir sobre todo aquello que nos preocupa a quienes formamos parte del ecosistema económico gallego.
Soy conciente de la importancia de nuestro papel como defensores de los intereses del empresariado. Tenemos la responsabilidad de representarlo y de ser portavoces de sus necesidades. La libertad de empresa y el libre mercado están en nuestros principios fundacionales y siguen siendo nuestros pilares.
Pero en la actualidad nuestras prioridades deben pasar por el desarrollo de la logística y las infraestructuras, por promover la sostenibilidad y el cambio de modelo energético, como ejes estratégicos para el desarrollo de nuestras empresas a medio y largo plazo.
Deben pasar por insistir en que necesitamos el Corredor Atlántico de mercancías y el Eje Atlántico de Alta Velocidad hasta Oporto. Necesitamos la Salida Sur. La conexión ferroviaria de la PLISAN con los puertos de interés general del Estado. Necesitamos un trazado alternativo a la A55. Necesitamos la transferencia de la AP9 a la Xunta de Galicia, la gratuidad de sus tramos urbanos. Necesitamos aparcamientos para los vehículos de transporte en carretera.
Necesitamos alta tensión para nuestras industrias electrointensivas. También suelo industrial a precios competitivos para que los inversores traigan proyectos y se diversifique nuestro tejido empresarial. Necesitamos valorar nuestros sectores estratégicos y defender su prestigio internacional. Necesitamos retener talento y ganarle la batalla a la crisis demográfica.
Necesitamos que se defienda a nuestro sector pesquero en Bruselas, y seguridad jurídica para nuestras empresas asentadas en la costa. Necesitamos que se respete y garantice la viabilidad de nuestro sector agroalimentario. Galicia cuenta con muchas materias primas que, correctamente explotadas, no tienen por qué provocar daños en el medioambiente, sino abrir nuevas oportunidades de negocio.
Al igual que el resto de empresas españolas queremos participar en el diálogo social colectiva para que los cambios en las normativas no sean impuestos; lograr un mercado único; la rebaja de la presión fiscal o la transparencia y correcta aplicación de los fondos europeos…
Debemos poner el foco en la transición energética, la economía circular, las innovaciones o la sostenibilidad, pero a la vez, trabajar en la la adaptación de las nuevas generaciones al emergente mercado de trabajo, a las necesidades formativas de las empresas, sin olvidarnos de sacar el mayor partido posible al talento senior, con una permanente adquisición y actualización de conocimientos…
A nivel europeo, echamos en falta una política industrial común, que permita a las empresas superar su dependencia de proveedores foráneos y países cuya inestabilidad tanto nos ha afectado en los últimos años.
Y es que más del 99,5% de las empresas son pequeñas y medianas. Y son sus intereses los que debemos defender como organizaciones empresariales representativas del tejido productivo
Es cierto que las grandes empresas tienen capacidad para defender sus intereses, pero cuando nos han pedido que traslademos sus necesidades a las Administraciones Públicas, así lo hemos hecho y las hemos acompañado.
En la Confederación Empresarial de Pontevedra nos enorgullece representar a todas, bien por estar integradas en una organización empresarial o en nuestro Consejo Asesor, porque, en el fondo, los valores que compartimos, son muy parecidos, sino los mismos.
Las empresas son el motor que mantiene en marcha el país, su economía, las que promueven la prosperidad, las que garantizan el progreso, las que fomentan el bienestar y, en los últimos tiempos, se han comprometido, en la medida que les corresponde, a promover la Igualdad de oportunidades para alcanzar una sociedad más equitativa y a adaptar sus sistemas productivos a unos parámetros de sostenibilidad que hagan viable la preservación de los medios naturales.
El tejido empresarial es el principal responsable de la creación de empleo, del dinamismo de la economía, del pago de impuestos con el que se sufragan muchos de los servicios públicos gestionados por las Administraciones Públicas.
Debemos seguir reivindicando la importancia que tenemos quienes nos lanzamos y apostamos por fundar una empresa y convertirla en nuestra forma de vida. Por eso, cada vez que tenemos que escuchar palabras de descrédito e incluso de desprecio hacia nuestro trabajo y sacrificio, en lugar de encogernos y lamentarnos -mucho menos avergonzarnos- de nuestra condición de empresarios debemos redoblar el esfuerzo para erradicar ese discurso, esos ataques injustificados e injustos, y defender con orgullo vuestra condición de empresarias y empresarios.
Nuestro país no tendría la pujanza ni el bienestar actuales sin todos nosotros. El mundo, la economía, las sociedades están cambiando a un ritmo vertiginoso, pero luchamos y hacemos frente ante cada situación adversa que se nos presenta: conseguir financiación, fidelizar clientes, ampliar cartera de productos y servicios, competir a nivel global. No es fácil, algunos no lo logran, pero deben tener una segunda oportunidad real.
Avanzamos, hasta cuando nos obligan a parar en seco, como sucedió, de un día para otro, con la pandemia global de COVID-19. La sociedad tomó conciencia de que sin la solidaridad el esfuerzo, compromiso, sacrificio y entrega del sector privado, no hubiera sido posible mantener los suministros y enfrentar tan inédita situación.
Por supuesto, nuestro reconocimiento a los auténticos héroes, que en medio de ese escenario de incertidumbre y alarma, se mantuvieron firmes e incansables en sus puestos de trabajo. Resultaron el ejemplo perfecto de la imprescindible unidad de acción. Esta experienciarefleja que nada es imposible si trabajamos juntos y en la misma dirección.
Y este es precisamente, el eje de este encuentro, la potencia de las sinergias en el ámbito empresarial. De manera aislada o individual los logros son menos accesibles y tardan más en alcanzarse.
El viejo dicho la unión hace la fuerza, no pasa de moda. Ni en la economía o en las organizaciones empresariales, todos compartimos que debemos sumar esfuerzos.
Los grandes equipos se forjan con los mejores individuos, con los más aptos en su campo de experiencia, con los más preparados y los más comprometidos.
Ahora que el contexto mundial nos somete a todos a las mismas presiones y dificultades, pequeños, medianos o grandes debemos tomar conciencia de que aunque competimos entre nosotros, debemos llegar a ser nuestra mejor versión, tanto en lo profesional como en lo personal.
La realidad es que estamos tan centrados en nuestros propios problemas, que no nos damos cuenta de ayudarnos mutuamente sea la mejor opción para hacerles frente.
Ante la imponente silueta del Everest, a ninguna persona se le ha ocurrido acometer al ascenso o intentar alcanzar la cima en solitario. Además de entrenamiento y aptitudes físicas y mentales, se requiere valentía, determinación, planificación, anticipación, resolutividad… y equipo.
No sólo arneses, cuerdas, cintas, mosquetones, también el apoyo, la experiencia y el saber hacer de otros que lo hayan intentado antes. Los más avezados hasta saben rodearse, sin complejos y con total modestia, de sherpas.
Hoy cada uno de nosotros se enfrenta a su propio Everest. Y cada uno de nosotros algunos más que otros sabemos que debemos conservar viva la ambición de llegar a la cima, pero también asumir que pedir ayuda es una opción válida y, a veces, necesaria.
La capacidad de colaborar, de tener la generosidad de tender la mano y apoyar o apoyarse en otro para avanzar es una de las razones por las que la CEP mantiene activas y presentes sus relaciones con las organizaciones empresariales de otras provincias y territorios, también con las Administraciones Públicas.
Nuestros éxitos y reconocimientos en el ámbito de la cooperación son una demostración incuestionable de lo importante que es colaborar no sólo entre empresas u organizaciones empresariales, sino incluso entidades públicas y privadas. Así fue ejemplar cuando todo el Noroeste peninsular reivindicó ser incluido en el trazado del Corredor Atlántico ferroviario de mercancías. Alcanzado ese objetivo, nos fijamos el siguiente: que se dote dicha infraestructura con los mismos fondos que se destinan al Corredor Mediterráneo.
De la misma manera, podríamos traer a colación los criterios divergentes en cuanto a la importancia por priorizar o ralentizar la conexión de Alta Velocidad del Eje Atlántico, que transcurre entre Ferrol y Oporto. Mientras el Ejecutivo luso empuja en positivo, el Gobierno Central español o no se pronuncia o da largas. Las fuerzas no convergen y se corre el riesgo de que se abandone el proyecto, por carecer del respaldo y consenso necesarios para sacarlo adelante.
Lo cierto es que debemos comprometernos por dejar un mejor legado a las futuras generaciones. Las desavenencias, desencuentros, celos, competitividad mal entendida o incluso las divergencias políticas, son piedras en el camino del progreso.
También sabemos que la estabilidad política y la ausencia de incertidumbre son el escenario ideal para la economía. La reciente convocatoria de elecciones generales, por ejemplo, ha dejado un cierto sabor agridulce, porque hasta cierto punto es una oportunidad surgida del oportunismo.
En todo caso, quienes estamos aquí reunidos hoy somos conscientes de la importancia de tomar decisiones, respetar nuestros deberes y ejercer el derecho de elegir. Como empresarios, aspiramos a cumplir nuestro deber de generar oportunidades. Para eso, apelamos al respaldo y sensibilidad de los responsables de administrar los ingresos del Estado, a los que tanto contribuimos.
Tengo la firme convicción de que cuando termine la mañana, habremos logrado un amplio consenso y formar, una vez más, un amplio frente en defensa de los intereses del empresariado y del papel fundamental de la colaboración.
Para terminar, agradezco a todos los ponentes y moderadores su tiempo y participación y a quienes habéis venido a escucharnos, gracias por vuestra asistencia e interés. Espero que este sea el primero de muchos más encuentros como este, en el que podamos encontrarnos para trabajar por el futuro.
Muchas gracias.