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In Memoriam-Manuel Jove| Faro de Vigo

Jorge Cebreiros Arce
Presidente de la Confederación de Empresarios de Pontevedra

Hoy, a la negra crónica de quienes cada día pierden la batalla contra el COVID-19, se suma la noticia del fallecimiento, debido a una larga enfermedad –todas lucha es larga si es por tu vida-,  de un ciudadano con nombre propio, Manuel Jove Capellán. Toda pérdida es irreparable, pero no debe pasar inadvertida, ni puede, siendo él quien era y, sobre todo, cómo era.

Nacido en A Coruña en 1941, pertenecía a la generación que en la postguerra vivió el racionamiento y la alegría infantil de cuando llegaba el chocolate de la cartilla para la merienda. Como muchos, empezó a trabajar antes de que le correspondiese quitarse los pantalones cortos, a los 11 años, en la carpintería familiar.

Es representativo de esa generación luchadora con un especial afán de superación, que levantó un país en ruinas tras la Guerra Civil. Quizás de ese luchar contra la adversidad proviniese su tenacidad, una gran virtud para un empresario, que le permitió perseverar en muchos de sus proyectos.

En el ámbito empresarial fue referente por su inagotable espíritu emprendedor, trabajador incansable y ejemplo de una forma de entender los negocios me atrevería a decir que irrepetible.

Como no podía ser de otra manera, fue emigrante. Y, animado por la familia, regresó a una España en los albores de la Democracia, con todo por hacer en lo económico, donde sufrió su primera quiebra antes de cumplir los cuarenta.

Pero pagó sus deudas, muestra de honradez intachable. Empezaba una trayectoria que convertiría una empresa local en una empresa de prestigio internacional en sólo un cuarto de siglo y, de ahí, dio el salto a un grupo empresarial multisectorial.

El legado que deja como empresario, liderado por sus dos hijos, es un grupo que lleva por el mundo el nombre de Galicia, en sectores tan dispersos como el inmobiliario, la hostelería, el agroalimentario o la energía, en Europa, América y África, dando empleo a más de 800 personas de manera directa.

Trabajo, familia, equipo, fueron los pilares de su vida, en la que sus experiencias, como aprendiz y vendedor de carpintería, emigrante, retornado, emprendedor, negociador… fueron señas de identidad que moldearon una personalidad y unas habilidades sociales y de negociación que le convirtieron en la figura empresarial que podemos admirar y de la que, sin duda, hay mucho que aprender. Gracias, Manuel, por tantas lecciones.

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