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No hay frontera | Faro de Vigo

Jorge Cebreiros Arce
Presidente de la Confederación de Empresarios de Pontevedra

Para los que no viven cerca de una frontera es difícil de entender el lujo que significa tenerla. Muchos no pueden entender que desde hace siglos nuestras relaciones sociales y económicas cotidianas están fuertemente vinculadas a nuestro país vecino, Portugal. Y es que, después de muchas décadas de compartir valores, costumbres, idioma o cultura, no percibimos que exista frontera.

Para los vecinos de la ‘Raia’ no la hay, somos una misma región, la Eurorregión con un conjunto de Eurociudades. Este territorio es uno de los más dinámicos de Europa y ha desarrollado una fuerte cooperación institucional. Estamos hablando de 6 pasos fronterizos a lo largo del Río Miño, que en escasos 70 kilómetros de la provincia de Pontevedra, de un total de 1.200 que unen a España con Portugal, concentran casi el 50% del tráfico total de personas y mercancías ente ambos países.

Con el decreto de estado de alarma, han levantado un muro que antes no existía. Se han cerrado 5 pasos fronterizos y ahora solo tenemos uno abierto, el que une Tui con Valença, y se han restablecido los controles de las fronteras interiores.

Desde el 17 de marzo solo pueden atravesarlo aquellos que puedan acreditar motivos laborales o sanitarios, y, quizás impulsada por alguna iniciativa lanzada por el Gobierno de España, el 13 de mayo el Gobierno luso anunciaba la prórroga de cierre de fronteras hasta el 15 de junio. Es verdad que el 1 de junio se reabrió un paso entre Ourense y Vila Real, pero nos sorprende que en Pontevedra sigamos con un único paso fronterizo.

Las economías locales dependen entre un 80 y un 90% de la apertura de los pasos. Es grave que el COVID19 nos impida la libre movilidad entre nuestros territorios, pero no parece lógico mantener el cierre de los pasos, cuando el nivel de impacto de la pandemia es muy similar a ambos lados, por cierto, de los menores de Galicia y de Portugal.

Esto obliga a empresarios y trabajadores gallegos a dar rodeos de hasta 100 kilómetros para trabajar en Portugal, con los consiguientes perjuicios que se originan en tiempo y dinero. Como Organizaciones Empresariales, nos sumamos a la reivindicación de los Alcaldes del Sur de Galicia, los Presidentes de las Cámaras Municipales del Norte de Portugal y a la Xunta de Galicia para pedir a los Gobiernos que abran de manera urgente los pasos para los trabajadores transfronterizos.

Se están generando unos daños económicos irreversibles que debemos cuantificar y solicitar instrumentos de compensación. Lo venimos diciendo desde hace tiempo, pero parece que los Gobiernos centrales de Lisboa y Madrid no entienden lo que significa la economía de frontera. A las legendarias batallas Norte-Sur se suman también las Centro-Periferia.

Los ciudadanos del Norte de Portugal y del Sur de Galicia no aspiramos a una “nueva normalidad”, tan solo a la “normalidad” de siempre, a la que nos permitía atravesar libremente nuestro querido Río Miño para mantener nuestras relaciones, sociales, humanas, empresariales, culturales, como hemos hecho desde hace tantos años.

Cuando se permita la movilidad entre provincias y entre nuestros países, quizás fuese una buena idea invitar a algunos dirigentes de Lisboa y Madrid a conocer las fortalezas de una frontera que no existe. La invitación queda hecha.

Faro de Vigo